Cooperar con empresas es, de hecho, fundamental. Lejos han quedado los tiempos en que las empresas creaban barreras a la entrada donde se podía; se cerraba el acceso a la cuota de mercado siempre que era posible; y se utilizaba toda la experiencia, todo activo, para hacer crecer el muro que separaba la empresa de sus competidores. De lo que se trataba en la mayoría de los sectores era simplemente de batir a la competencia.
En la actualidad, por el contrario, el dinamismo de la tecnología y la intensificación de la competitividad, aconsejan justo lo contrario. Las empresas se unen para compartir y diversificar riesgos inherentes al desarrollo de nuevas tecnologías, evitar duplicaciones de esfuerzos, explotar economías de escala u obtener poder de mercado.
La cooperación entre empresas se puede definir como un acuerdo entre dos o más negocios independientes, que unen o comparten parte de sus capacidades y/o recursos, sin llegar a fusionarse, con objeto de incrementar sus ventajas competitivas.
En un mundo cada vez más globalizado, el desarrollo de alianzas estratégicas nos permite sumar fuerzas.
Las grandes empresas internacionales realizan acuerdos de cooperación a todos los niveles. Uno de los ejemplos más significativos lo tenemos dentro del mundo de la restauración: la alianza entre Coca-Cola y Mc’Donalds. Además de tratarse de un acuerdo a nivel internacional, se trata de un modelo tan sólido que ya no se llega a concebir la hamburguesa acompañada de una bebida de otra marca. Las dos multinacionales salen ganando y consiguen ganancias millonarias. Si está demostrado que funciona y los grandes lo hacen, ¿por qué no lo vamos a hacer también nosotros?
Al colaborar con empresas que ofrecen productos o servicios complementarios a los nuestros conseguimos unos resultados inmediatos. El primero y más visible es el aumento del número de potenciales clientes; lo cual, bien planteado se traduce en un incremento de ventas en un plazo de tiempo mínimo. Pero los beneficios de la cooperación entre restaurantes y empresas no solo consisten en la captación de nuevos clientes. Las ventajas pueden ir más allá, tan lejos como dé de sí la creatividad a la hora de trabajar juntos. Otro de los resultados tangibles es la reducción de costes en publicidad. Existen muchos modos de llevarlo a cabo. De hecho, aunque el conocido como “bartering” (trueque) sea una forma de publicidad no convencional, se lleva realizando desde hace muchos años y es una práctica muy extendida.
Entender la cooperación como un valor intrínseco del propio modelo de negocio supone estar en vanguardia.
En una alianza, ambos socios confían en que juntos serán más fuertes de lo que sería cada uno por separado. Ambos creen que cada uno de ellos posee capacidades singulares y aptitudes funcionales de las que el otro carece y ambos tienen que trabajar para que la unión tenga éxito.
La cooperación encuentra múltiples campos de aplicación y se puede hacer prácticamente extensiva a todas las áreas funcionales de la empresa, si bien las más estratégicas son tecnología, producción y marketing. Estos campos de aplicación no son excluyentes, es más, resulta usual encontrar acuerdos de cooperación que abarcan más de una actividad funcional.
Entre la formas más habituales de cooperar entre empresas, en el caso de los restaurantes, se encuentra la comercialización conjunta de recursos. Ambos socios distribuyen los productos del otro para hacer más diferenciada y atractiva la oferta. En consecuencia pueden compartir sus respectivos canales de distribución para cubrir una mayor parte del mercado. También es frecuente compartir la publicidad u otras actividades comerciales.
Cooperar con empresas supone tener claro que las bases de la colaboración están en la independencia, la coordinación y en tener un objetivo común
Cuando se trata de cooperar con empresas, el verdadero éxito consiste en tener claro tres aspectos claves: la independencia, la coordinación y el objetivo común.
Sin independencia no habría cooperación, sino más bien un fenómeno de absorción. Por tanto, es necesario que cada parte mantenga tanto su imagen corporativa como su personalidad jurídica y estructural.
La coordinación entre las partes implica que quede previamente definido qué es lo que cada uno aporta al proyecto.
Y, finalmente, como en cualquier plan de marketing, deben existir unos objetivos cuantificables.
A estos tres elementos se le suma otro transversal: la transparencia. El acuerdo tiene que ser honesto.
Estoy seguro de que entiendes la necesidad de cooperar con empresas, incluso con establecimientos de tu competencia. Si aún no lo haces, plantéate buscar aquellos partners que mejor complementen las necesidades de tus clientes y llega a acuerdos con ellos. Te aseguro que merece la pena.
Desde luego, en Bodegas Mezquita y miplato.es siempre estamos abiertos y a la búsqueda de posibles colaboraciones que sumen al negocio.
Espero que este artículo te haya resultado interesante. Déjame recomendarte, si quieres conocer otras tendencias innovadoras, mi artículo sobre Design Thinking. Una herramienta muy poderosa perfectamente válida a la hora de estudiar un acuerdo de colaboración con otra empresa.